Lupe creyó todas las palabras de un músico, a quien le dio un “anticipo de amor”, pero corrió con la suerte de muchas: al estar embarazada, fue abandonada por el hombre y después por su familia que no podían con su propia alma y menos con una boca más para alimentar.
Es en este punto que inicia la primera novela de la tijuanense Angélica Labrada: Las hijas de la cerveza, y su segundo libro publicado (Bifurcados, CECUT, 2017).
Las hijas de la cerveza es la historia de Lupe, a quien la vida le da sus revolcadas. Primero debe vencer el hambre y la pobreza, después el abandono de cada uno de los amantes, quienes, además, le dejaron un recuerdito: sus tres hijas.
La historia se desarrolla entre las décadas de los 30 y 40, en el norte de México. Lupe, después de ser corrida de su casa a los 15 años, por su embarazo, termina en el norte de Chihuahua trabajando en un burdel. Pero no crean que termina de prostituta, ¡no!, es la mujer que limpia el lugar; quien hace la comida para las demás mujeres y donde es cobijada por la dueña del lugar: doña Juana.
Es ahí donde Lupe aprende de la vida, la sororidad, a leer y a escribir, y a producir cerveza, lo que le dará un sustento y también la “medio” perderá en el vicio.
Angélica Labrada nos muestra a través de su protagonista, que muchas veces las personas tienen todo en su contra: la pobreza, la ignorancia, la inocencia para ser fácilmente embaucadas por las personas. Son estos obstáculos que las llevan a entender que hay personas bien y mal intencionadas. Lupe así aprende, pero no por eso se da por vencida.
Con un lenguaje sencillo, Labrada lleva al lector a pensar no solo en los personajes y sus volteretas por la vida, sino que, seguro sin buscarlo, invita a que los lectores reflexionen sobre problemas a los que día a día se enfrentan y ver la capacidad de resiliencia ante las pérdidas y los problemas.
Las hijas de la cerveza invita a repasar esa realidad dura, violenta y de pobreza que siguen viviendo muchas mujeres en la actualidad –aunque la historia esté ubicada antes de la primera mitad del siglo XX, aún hay muchas que están en igual o peor condiciones.
Pese a las pruebas, Lupe decide emprender un nuevo camino junto con sus hijas a Tijuana, ciudad a la que le imprime esa hermosa virtud que todos le damos al llegar: la posibilidad de una nueva vida y encontrar la felicidad.*
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