Por Lizeth García Peña
La primera vez que supe de Lucía Berlin (EUA,1936-2004), fue cuando me salió en las recomendaciones de Storytel. Su nombre me pareció fabuloso, tipo novela, así que decidí escuchar el audiolibro Manual para mujeres de la limpieza.
Fue decepcionante escuchar la narración, era espantosa, automatizada, como si estuviera escuchando la voz de Anonymous. Sin embargo, algunos de los cuentos me atraparon, pese a lo fea de la grabación. Como se habrán imaginado, no avancé mucho. Decidí parar el audiolibro, localizar el libro y comprarlo. Fue una buena inversión de dinero y tiempo.
Los 43 relatos tienen pinceladas de la vida real de Lucía Berlin, al menos eso creo ver. En los diferentes cuentos menciona a tres parejas distintas —como en su vida real—, y a veces los nombra de distinta manera pero los tres conservan las mismas cualidades en relatos distintos. Lucía tuvo tres matrimonios: la primera, con quien se casó a los 17 años, la abandonó al nacer su segundo hijo; la segunda, ella lo abandonó por irse con su tercer pareja, quien resultó ser un hombre adicto y con quien tuvo sus dos últimos hijos.
Así como incluye a los hombres de su vida en los relatos, también se repiten personajes con diferentes nombres o ella está dentro de sus narraciones con su nombre y otras veces con otros. También aparecen su hermana, la abuela y el abuelo, su madre (quien era alcohólica, rasgo que siempre agrega cuando se trata de dicha figura), y su padre.
Por lo general, las historias se dan en los diferentes estados en los que vivió dentro de EUA, espacios que la autora conoció muy bien. También integra otros lugares como Chile y México. Así podemos imaginarnos tiendas muy populares de El Paso, Texas; las playas de Veracruz; la caótica Ciudad de México, o un lujoso balneario de Chile.
Berlin termina sus historias en el punto preciso, a veces sin concluir. Sus historias están impregnadas de ironía, humor negro, cierta sorna, amargura y con sutiles reflexiones o deja esas puertas abiertas para que el lector haga sus propias conclusiones.
En cada personaje, Lucia demuestra la agudeza que tenía para observar a los demás; para detenerse en los detalles insignificantes y que viste de simbolismo; para hacer ver que los personajes sufren pero no se dejan arrastrar por el dolor.
Manual para mujeres de limpieza ha sido un gran viaje en la vida de los personajes y no por lo grandiosas que puedan ser, sino por lo simplemente humanas que son.*
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